Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.
viernes, 18 de enero de 2013
La patria del dinero
Gerard Depardieu ya no es francés. Ahora es ruso. ¿El motivo? Un cambio legislativo en Francia que el obligaría a pagar como impuesto un 70% de sus rentas.
No pretendo entrar en el debate sobre si un tipo de un 70% en el impuesto sobre la renta es claramente abusivo. Una cosa es que los que más tienen más paguen, aunque supongo que para todo hay un límite.
Tampoco quiero entrar en la polémica sobre la solidaridad “nacionalista”. Esa que dice que primero los de casa y que es de buenos compatriotas gastar en productos propios y pagar los impuestos en el país de origen...
Tampoco en la insolidaridad de aquél que quiere pagar menos impuestos utilizando las vías legales a su alcance, ni en las motivaciones egoístas o de conciencia para hacerlo.
Todos estos son temas simples, pero complejos, que admiten poner y quitar razones... Esto de las razones es fantástico: como en los refranes, a conveniencia, siempre podremos encontrar las que afirmen una cosa y su contrario...
Disculpen, pero no. No quiero entrar en esas cuestiones.
En realidad, discúlpenme de nuevo, me temo que el dinero no tiene patria. O mejor: es su propia patria.
En algún momento de nuestra historia, personal y colectiva, el dinero pasó de ser un método —ni siquiera un medio— a convertirse en un fin en si mismo. En algún momento de nuestra historia el dinero dejó de ser el método para cambiar un pollo por unas chuletas de cordero cuando no se dispone físicamente de ninguno de los dos alimentos. En algún momento de nuestra historia, sigue aconteciendo.
¿De qué sirve atesorar riquezas —como un Diógenes que en lugar de basura colecciona monedas— en tal cantidad que no podrás gastarlas en vida? ¿De qué sirve anhelarlas cuando te faltan si en realidad no las necesitas?
Lo que el mundo necesita es amor. Y eso, no se compra con dinero.
El amor es lo que te hace dar de comer al hambriento, vestir al desnudo y acoger al desahuciado. El amor es lo que te hace pagar un salario justo, dignificar al prójimo, compartir vuestra suerte.
Piénsenlo. Díganme cuál es la moneda del amor, porque simplemente no existe. Ni bancos o entidades financieras. Ni letras, pagarés o créditos. Ni gobiernos, ni impuestos.
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