Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

domingo, 28 de octubre de 2012

"Tutti fruti"

Pues eso... Un poco de todo.

Leo en prensa que la Policía ha detectado un aumento de hurtos y pequeños robos "de lujo". Los realizan jóvenes cuyos padres no pueden -o quieren- ofrecerles ciertos caprichos, para no quedarse descolgados de sus amigos. Smartphones y ropas de marca, los artículos más codiciados. Cuando tantas personas pasan hambre o dificultades para comer adecuadamente este tipo de acciones clama al cielo. ¿Hasta este punto hemos llegado? ¿En esta cultura hemos educado a nuestros jóvenes?¿Es éste el presente del futuro que nos espera?

Otra noticia: el Ministerio de Asuntos Exteriores, en estos tiempos de crisis, sigue financiando a una ONG que organiza "foros internacionales" en ciudades como La Paz, Quito o Lima, "a favor del aborto libre y gratuito". Hasta 7,3 millones de euros se nos van en estos proyectos que, por cierto, promueven un acto que no es legal en España. ¿Cuándo podremos escoger los ciudadanos en la casilla de "fines sociales" de la declaración de la Renta a qué tipo de fines o a qué ONGs queremos que se deriven nuestros impuestos? Y aún más: ¿cuándo podremos realizar nuestra "asignación tributaria" en cualquier momento y no sólo de forma ligada a la declaración de Renta? Sinceramente, no me gusta que ni un euro tributado con el sudor de mi frente vaya a parar a ciertas cosas y colectivos. Y es que, cuando se marcan los "fines sociales" uno le firma un cheque en blanco al Gobierno de turno para que reparta como quiera, mientras que con la casilla de la "Iglesia Católica", uno sabe a quién le va a dar el dinero y lo que va a hacer con él...

Y una más. El Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Cardenal Peter Turkson, ha pedido disculpas por proyectar el video "Demografía musulmana" durante el Sínodo de los Obispos lo que desató cierta polémica en los medios de comunicación. En el video se hacía una proyección estadística de la composición de las sociedades occidentales dentro de unos años tomando en consideración sus tasas de natalidad. Quizá el Sínodo no era el foro adecuado para esto. Quizá las estimaciones contenidas en el video carezcan de una total exactitud o rigor, pero la tendencia es evidente, desde hace muchos años. Sinceramente, creo que nadie debería tener que pedir disculpas por decir la verdad, y más cuando ésta es objetivamente demostrable, siempre que se respeten las formas y a las personas. Quizá con exceso de alarmismo, pero el video retrata la posible sociedad que nos viene. No veo necesidad de disculpa...

viernes, 19 de octubre de 2012

Tentaciones



De verdad que hay días —semanas, meses y hasta años, porque esto no es de ahora, sino que se viene gestando desde hace bastante tiempo— en que a uno le cuesta especialmente no caer en la tentación...

Me cuesta no caer en la tentación de explicarle a uno o varios señores de la Generalitat de Cataluña la diferencia entre legalidad jurídica —toda legalidad tiene que ser jurídica— y legitimidad democrática (que no legalidad). Las leyes están para cumplirlas. Todos, sin excepción. No se puede uno ir amparando en unas leyes para llamar a la desobediencia de otras leyes. Ése no es el camino.

Como tampoco es el camino —segunda tentación— que los padres se unan a una huelga de estudiantes y luego quieran desligarse de los desmanes, vandalismos y ataques injustificables que hacen algunos aprovechando el momento. Me cuesta en este caso resistirme a la tentación de explicarles el origen del concepto de huelga, pero es que ni padres ni alumnos son asalariados de la Enseñanza para poder llamar a esas cosas “huelga”...

Me cuesta también vencer la tentación de decirles a convocantes, agitadores y gente que aplaude, que los disturbios no son siempre cosa de exaltados aislados o de policías disfrazados. Que la exaltación se contagia de forma exponencial al número de personas y de soflamas incendiarias y viscerales. Me cuesta no decirles que el clima que están logrando ni beneficia a nadie, ni nos lleva a nada bueno. Me cuesta no señalarles con el dedo y hacerles responsables de lo que pasa y de lo que pase.

Me cuesta no caer en la tentación de decirle a las confederaciones de empresarios que, aunque puede que tengan razón, que hay demasiados empleados públicos y que, posiblemente el estatus de funcionario no debería ser vitalicio, no son ellos nadie para exigirlo mientras sigan cobrando subvenciones del Estado que les convierten —de alguna manera— en empleados públicos. Tampoco los sindicatos —que apenas se financian por las cuotas de sus afiliados— deberían sentar cátedra en este asunto.

Me cuesta no caer en la tentación de llamarnos a todos —salvo contadas excepciones— “hipócritas, sepulcros blanqueados”, porque solo saltamos cuando nos tocan, porque somos profundamente egoístas, porque solo exigimos soluciones y hemos olvidado la pregunta “¿qué puedo hacer yo para solucionarlo?”...

No es fácil no caer en la tentación, no... No les pido la absolución, pero perdónenme, porque he pecado.


domingo, 14 de octubre de 2012

¿En serio?


Disculpen el retraso. Últimamente no soy muy dueño de mi tiempo. Y además, sinceramente, todavía no me he repuesto de la conmoción...

Iba a escribir la columna cuando me sorprendió la noticia de la concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. Ha pasado tiempo suficiente para poder asegurar que no se trata de un error o de una broma. De mal gusto, en cualquier caso...

Conceder un premio del —cada vez menor— prestigio del Nobel a una organización gubernamental por mantener la paz entre los estados miembros suena a chiste. Es como dar un galardón a todas las familias —que son mayoría— porque sus miembros no se dedican a matarse. O ya puestos, a un gobierno por mantener la paz entre sus ciudadanos.

¡Oigan! Les pagan para eso. Y muy bien, por cierto. Nunca he creído que el trabajo bien hecho y remunerado deba ser galardonado. Reconocido y agradecido, sí. ¿Premiado? No. Las medallas no se deberían conceder por cumplir con un trabajo por el que además se cobra un salario...

Pero es que, además, la Unión Europea no solo se mostró incapaz de detener las matanzas y el genocidio en la antigua Yugoslavia —¿ya no la recuerdan— a orillas del Mediterráneo, sino que además su falta de unidad y criterio político propició la situación de odio y confrontación que vino después. En su momento, no todos los países hicieron frente común y así les fue a kosovares, bosnios, croatas y también serbios...

Tampoco existe un frente común ahora. Así que...

Claro que después de darle el mismo premio a un Obama recién elegido que todavía no había tenido tiempo para hacer nada de bueno o malo, no sé de qué me sorprendo. Igual si Alfred Nobel se levantara de la tumba no estaría muy de acuerdo con los últimos galardonados.

Porque lo grave es que con galardonados de esta estirpe —empleados públicos, al fin y al cabo— el premio que le concedieron a la Madre Teresa se desprestigia...

domingo, 7 de octubre de 2012

Huyendo de la enfermedad


Hay cosas que esta sociedad no ayuda a digerir bien. El cuidado de los enfermos crónicos con dolencias degenerativas es una de ellas....

Probablemente esté en nuestro instinto animal huir de la enfermedad (y de la muerte). También es cierto que el sufrimiento de un ser querido es más incomprensible, más difícil de aceptar. Y cuando ese sufrimiento implica, además, demencia, aún es peor de llevar.

Pero con todo ello, vivimos en un tipo de sociedad que no parece perdona estas situaciones. No es un problema de leyes de dependencia, ni de recortes. Tampoco del eterno debate sobre dónde están mejor cuidados nuestros mayores. La cuestión es que nuestro mundo hace muy difícil poder cuidar personalmente de ellos.

Y oigan.... Tras cinco noches de mal dormir, mal sentarse, duerme-vela y perder alguna vez los nervios porque no para de destapare, quitarse el oxígeno y arrancarse el gotero y hasta la vía, lo cierto es que no se me ocurre -hoy por hoy- mejor forma de devolverle a mi padre una mínima parte del amor que él me ha dado a lo lago de su vida, que pasando la noche -una tras otra- a los pies de su cama en el hospital.

El problema es que eso no es muy compatible con el trabajo, o al menos con el rendimiento en el mismo. Y a esto es a lo que me refería al decirle que esta sociedad no ayuda a sobrellevar la enfermedad crónica de un familiar.

Si dejas de trabajar, tarde o temprano dejarás de poder cuidarle. Si continúas trabajando, tarde o temprano tendrás que pagar a un extraño para que cuide de él. Y a veces, incluso, eso te puede costar más de lo que ganas. ¿Ven lo que les digo?

Tengo qué trabajar para poder cuidarle, pero si lo hago no puedo hacerlo. Tres o cuatro días los puede aguantar cualquiera, aunque hay quien no soporta ni el primero. Pero más allá de ahí existe una barrera física. Sencillamente el espíritu puede ser voluntarioso, pero el cuerpo débil.

Y además, esto nos brinda la excusa perfecta para no sufrir siendo testigos del sufrimiento, para no tener que compartirlo y aliviarlo.

Algo no anda bien entre nosotros cuando huimos de cambiar pañales de aquéllos que, en su día, cambiaron los nuestros cuando éramos niños. Y si nunca lo hicieron, tampoco es excusa...