Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 11 de mayo de 2012

Profetas


Ayer escapé por los pelos de una lección de democracia real y participación ciudadana.

Un grupo de no más de veinte jóvenes —tuve tiempo de contarlos mientras duró el disco rojo del semáforo, lo prometo— decidieron cortar, sin previo aviso, una céntrica calle de seis carriles. Cuando les alcancé a ver ya habían detenido a un autobús de línea con todo su pasaje. Gracias a la moto pude pasar cuando el semáforo cambió, pero los coches a mi alrededor no tuvieron tanta suerte. De verdad que si no valorara mi tiempo en mucho más, me habría gustado quedarme cinco minutos para contestar al líder vociferante de la manada.

Y es que quizá yo mismo caiga en ese error una y otra vez. Quizá haya personas que piensen que, en este blog, lo que se hace es precisamente eso. Pero hay pocas cosas que me molesten más que alguien intente darme lecciones sobre ciertos temas. Personas que hablan sobre lo que no conocen como si fuesen expertos en la materia y sus palabras sentaran cátedra. Personas que se atribuyen superioridades morales o éticas al expresar sus opiniones.

El joven líder en cuestión —lo cierto es que su voz era la única que se escuchaba— entonaba cual profeta bíblico algo así como en una letanía machacona y reiteradamente: “No es democracia y no lo veis; es dictadura y no lo sabéis”.

Por supuesto —por su edad aparente, aunque un poco mayor para estar en el instituto— cuando Franco murió, los padres de este joven ni se conocían. Probablemente, ni siquiera sus padres sufrieron los mayores rigores del anterior régimen. Su noción de “dictadura” sólo puede emanar de libros de texto, series y documentales de televisión, películas, algún libro y consignas políticas y “lugares comunes” de la tradición oral de uno u otro bando.

Pese a esta inexperiencia que, efectivamente no le inhabilita, el joven en cuestión, en pleno ejercicio de sus derechos de opinión, expresión y manifestación, pretendía mostrarnos a todos nuestro error llamándonos ciegos (no veis) e ignorantes (no sabéis), y coartando nuestra libertad de movimiento para forzar que le escucháramos.

La verdad es que, democráticamente, si nos hubiéramos parado a preguntar a los pasajeros del autobús y de cada uno de los vehículos afectados, probablemente este joven debería haberse apartado dejándonos a todos en paz.

Precisamente la esencia de la democracia es el respeto a las decisiones mayoritarias aunque incluso puedan estar equivocadas y ser moralmente reprobables. Democracia no es garantía de bondad, sólo de mayoría. Entre todos decidimos y, una vez decidido, respetamos y acatamos lo acordado.

Justo lo contrario, el querer imponer una persona o un pequeño grupo sus criterios al resto, y hacerlo coaccionando la libertad de éstos, sí es la esencia de cualquier totalitarismo o dictadura.

Te lo diré más claro, joven profeta: manifestarte es tu derecho; pasar, el mío. Respetarnos mutuamente esos derechos y aceptar la voluntad mayoritaria al respecto es democracia. Cortar la calle porque te da la gana (con mejores o peores razones) sin tener en cuenta la libertad y la voluntad de los demás, es dictadura. No ejercida por el poder, pero dictadura.

Y créeme. La mayoría de nosotros sabemos distinguir entre una cosa y otra...

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