Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 18 de mayo de 2012

Tirones de orejas


Siempre lo digo, y casi nunca cumplo: no quiero extenderme en ninguno de los temas. Además, dado que voy a hacer doblete en esta casa —de blogs— a partir de ahora con el estreno hoy de “Lo que el bit esconde”, además de la columna semanal que escribo en el periódico PARAULA, voy a tener que acostumbrarme a escribir menos y más rápido. O eso, o contratar a un negro.

Vayamos al grano...

Primer tirón de orejas, a la Junta de Andalucía que, según esta información ha bloqueado las ayudas que tenía comprometidas con Cáritas “para mantener el funcionamiento de centros de acogida de personas sin hogar así como los destinados a la reinserción de presos a su salida de la cárcel”, mientras que no ha tenido problemas para mantener las partidas destinadas a partidos políticos, sindicatos o subvenciones al cine andaluz...

Segundo tirón de orejas, a Cáritas. Obviamente, no por lo que hace, sino porque me parece que hubo un momento en que se perdió —de alguna forma— su espíritu de entidad que se financiaba principalmente —casi en exclusividad— con fondos privados (donativos en su mayoría). Ya sé que es discutible lo que voy a decir a continuación, y no del todo justo, pero tómenlo como un toque a la reflexión: cuando Cáritas empezó a admitir mayores cantidades de dinero de las administraciones públicas —y la obra social de las Cajas de Ahorro, en cierta medida, lo son— para proyectos sociales, lo que hizo fue convertirse en una entidad prestadora de servicios por cuenta de la Administración. Sí. Durante un tiempo se han podido prestar unos servicios y mucha gente se ha beneficiado, pero ahora que ya no hay dinero público, hay que cerrarlos.

Tercer tirón de orejas, para el cirujano Pedro Cavadas. No por lo que dijo en esta entrevista. Quizá no fue muy ortodoxo, pero sí sincero. Y eso que este señor no termina de caerme bien, pero ese día... De verdad, yo tampoco tengo muy clara la vocación del funcionario, el porqué alguien se hace funcionario. Quizá será por eso que no lo soy. Pero visto —y sufrido— cómo te tratan algunos de ellos, que no me digan que es el servicio a la comunidad y a los ciudadanos. Hablo de los funcionarios de la administración. Lo de los médicos, probablemente, es otra cosa. Todavía resuenan las palabras de mis padres diciéndome que sacara una oposición, porque el Estado no quiebra.

Pero claro, sindicatos, colectivos varios y hasta políticos saltaron al cuello de Cavadas que se ha visto obligado a  rectificar. Por eso el tirón de orejas. Usted, señor Cavadas, tenía gran parte de razón, aún admitiendo que toda generalización es injusta por definición. Pedir disculpas, puede; retractarse, no.

Cuarto tirón de orejas: Anmistía Internacional. No sólo define como derecho el matrimonio homosexual, sino que hace lo mismo con el aborto. Miren ustedes, en el tema del aborto la principal persona con derechos es el niño por nacer. Y no se le escucha, se le mata. Después de esto, si alguna vez alguien les pide dinero o colaboración para ésta u otras organizaciones internacionales, pregunten primero antes de firmar. O infórmense bien, porque probablemente la persona que les aborda o no sabe de estos temas o les va a mentir descaradamente.

Quinto y último tirón de orejas, a un clásico que desde hace un año aparece por esta columna de vez en cuando: el colectivo indignado, 15-M, o como quieran llamarse. Se saltan unas vallas y se lanzan a destrozar una mascletà poniendo en riesgo sus vidas y las de los demás. Y se defienden primero diciendo que eran petardos falsos, para después pasar al ataque y culpar al Ayuntamiento y a las autoridades por la irresponsabilidad de autorizar el festejo pirotécnico y que habían pocos policías. Pero ¿acaso es irresponsable la Guardia Civil por no colocar un agente junto a cada señal de tráfico que anuncia un peligro, o lo es la persona que no respeta y hace caso omiso? Pues esto es igual.

Es más: si cabían todos en la plaza —porque cabían mascletà y manifestantes— ¿por qué lanzarse con tanta violencia contra los petardos como si fueran el “enemigo”? ¿Acaso la plaza es de su uso exclusivo cuando deciden ocuparla? ¿No eran ustedes pacíficos, incluyentes, abiertos? Miren: lo que consiguieron fue fastidiar la fiesta de quienes pensaban asistir a la mascletà y causar un perjuicio económico a la pirotécnica —mujer— que ya veremos cuándo, cuánto y de quién cobra...

Y un pequeño tirón extra para los indignados que son cristianos y que incluso establecen un paralelismo entre el Jesús del episodio con los mercaderes del templo y su movimiento.

Pueden existir muchos motivos para indignarse. Y los hay. Desde hace muchísimo más que un año. En realidad, desde que Caín mató a su hermano, e incluso antes. Pero ¿de verdad Jesucristo actuaría como uno de estos indignados? Porque yo es que no le veo en el papel.

Sinceramente, no me atrevo a decir qué haría Cristo hoy y aquí. Algún indignado parece tenerlo claro. Yo no. No sé lo que haría, pero sí sé lo que hizo. ¡Cuidado con tomar el nombre de Dios en vano! No se rebeló contra la ocupación romana, ni contra la ley judía. Antes, al contrario. Es cierto que denunció los abusos y errores de la casta sacerdotal, y echó a los mercaderes que habían ocupado el Templo (no la plaza), pero no lanzó a las masas que le seguían contra ellos. Ni fue a la puerta de sus casas o puestos de trabajo de cacerolada. Y sí. Era radical y revolucionario, pero no al modo del Ché Guevara. Su revolución hablaba a los corazones de conversión, y su radicalidad tenía que ver con la santidad y con cumplir la voluntad del Padre...

De verdad que no le veo desmontando una mascletà, ni acampando con personas que defienden el derecho al aborto, entre otras cosas, o que persiguen a los jóvenes que participan en un encuentro internacional cristiano. Que no le veo, no.

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