Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Si eres cristiano, muestra tu fe


Será por la llegada del otoño, el acortamiento de los días, la crisis, el final de las vacaciones y cientos de cosas que, por prudencia, me callo. Son fechas propicias al desencanto. El cielo, que no escampa... La inevitable sensación de que nada cambia.

Será por eso que hoy prefiero cederle la palabra a alguien con mucha más autoridad que yo. Y que lo haga para “meterse” conmigo y con todos los que nos llamamos cristianos. Católicos, para más señas. Exceptuado algún santo en vida.

Decía el apóstol Santiago el pasado fin de semana: muestra tus obras y mostrarás tu fe... No es literal, pero sirve.

¿Cómo no reconocer nuestra falta de fe cuando, ante tanta necesidad que nos rodea, andamos preocupados por el nuevo iPhone o mantenemos unos buenos ahorros en el banco? ¿Dónde está la confianza en Dios para dar no ya parte de lo nuestro, lo que nos sobra o no nos es necesario, sino todo, hasta lo imprescindible? ¿De qué generosidad hablamos? ¿De qué entrega? ¿De la del fariseo, sus billetes y sus ostentosas ofrendas, o de la anciana y sus dos monedas?

Disculpen, pero no... Nos queda mucho por hacer. Y reservando para el viaje de vuelta no llegaremos. ¿Todavía no nos hemos dado cuenta que no hay viaje de regreso, que la vida es solo de ida, de que éste es el único tiempo del que disponemos para ser prójimos?

¿Cómo puede un cristiano negar al sucesor de Pedro o de los apóstoles? ¿Cómo puede presentarse por un partido que lleva el aborto como derecho en su programa? ¿Cómo puede hacer recaer en otros la responsabilidad de sus propios actos? ¿Cómo puede no poner al mal tiempo buena cara? ¿Cómo puede andar cabizbajo y cansado, sin esperanza? ¿O cómo puede creerse salvador de la patria, de cualquier patria?

Muéstrame tus obras... Las de tus manos, las de tu corazón, las de tu boca. Tus palabras, y también tus silencios. Todo eso son reflejos, productos de tu fe... ¿Cómo es tu fe? ¡Mira tus obras!

La fe es la campana; las obras, el badajo. Una sin otro son incapaces de cumplir la función para la que fueron creados y llamados...

¿De que le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estomago». Si no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de que sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola esta muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probare mi fe.» (Santiago 2, 14-18).

Disculpen, pero hoy el corazón me quema, el alma se me desborda y los dedos se me alborotan. Dentro de tres semanas el Año de la Fe. Cincuenta años desde el Concilio Vaticano II. ¿Hace falta que les formule la pregunta? En realidad, lo que sí hace falta es que cada uno de nosotros la responda. Con la boca, con las manos, y con el corazón.

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