Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

domingo, 14 de octubre de 2012

¿En serio?


Disculpen el retraso. Últimamente no soy muy dueño de mi tiempo. Y además, sinceramente, todavía no me he repuesto de la conmoción...

Iba a escribir la columna cuando me sorprendió la noticia de la concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. Ha pasado tiempo suficiente para poder asegurar que no se trata de un error o de una broma. De mal gusto, en cualquier caso...

Conceder un premio del —cada vez menor— prestigio del Nobel a una organización gubernamental por mantener la paz entre los estados miembros suena a chiste. Es como dar un galardón a todas las familias —que son mayoría— porque sus miembros no se dedican a matarse. O ya puestos, a un gobierno por mantener la paz entre sus ciudadanos.

¡Oigan! Les pagan para eso. Y muy bien, por cierto. Nunca he creído que el trabajo bien hecho y remunerado deba ser galardonado. Reconocido y agradecido, sí. ¿Premiado? No. Las medallas no se deberían conceder por cumplir con un trabajo por el que además se cobra un salario...

Pero es que, además, la Unión Europea no solo se mostró incapaz de detener las matanzas y el genocidio en la antigua Yugoslavia —¿ya no la recuerdan— a orillas del Mediterráneo, sino que además su falta de unidad y criterio político propició la situación de odio y confrontación que vino después. En su momento, no todos los países hicieron frente común y así les fue a kosovares, bosnios, croatas y también serbios...

Tampoco existe un frente común ahora. Así que...

Claro que después de darle el mismo premio a un Obama recién elegido que todavía no había tenido tiempo para hacer nada de bueno o malo, no sé de qué me sorprendo. Igual si Alfred Nobel se levantara de la tumba no estaría muy de acuerdo con los últimos galardonados.

Porque lo grave es que con galardonados de esta estirpe —empleados públicos, al fin y al cabo— el premio que le concedieron a la Madre Teresa se desprestigia...

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