Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 17 de junio de 2011

Sacerdocio y política


Tras las elecciones del 22 de mayo ha saltado a los medios de comunicación el caso de un sacerdote de Orense que iba como número 2 en las listas del PSOE de su localidad y que ha sido suspendido del ejercicio de su oficio pastoral por el Obispado tras tomar posesión de su acta de concejal.

El debate está servido: si la Iglesia interviene en política, mal; si no lo hace, también mal...

En realidad, esta cuestión ya está superada, como muchas otras que todavía permanecen en el inconsciente político de este país. La política es la ciencia para el gobierno ciudadano, de la cosa pública. Todos tenemos derecho a intervenir “políticamente” en la gestión de nuestras cosas, incluida la Iglesia como institución y cada uno de sus miembros particularmente o en asociación.


Pero el caso es que aquí no hablamos de la Iglesia como institución, sino de uno de sus miembros que, además, es sacerdote. Y no hablamos de una participación común, sino especialmente significativa.

El Código de Derecho Canónico es claro. Un sacerdote no puede "ejercer públicamente cometidos políticos", ni "participar activamente en partidos políticos o en la dirección de asociaciones sindicales", ni “aceptar cargos públicos que llevan consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil"...

Algunos verán en la norma una intromisión intolerable en los derechos y libertades individuales de este sacerdote. Existirán los que exigirán la desaparición del Código de Derecho Canónico, denunciando su anacronismo histórico y social. Incluso aparecerán los que afirmarán que esto ha ocurrido porque el partido en cuestión era el PSOE... Ninguno de los que así argumentan se ha molestado en reflexionar las razones tras la norma canónica.

¿Recuerdan el momento en que ponen a Jesús a prueba preguntándole sobre los tributos a Roma y Él pide una moneda? ¡Al César, lo que es de César; y a Dios, lo que es de Dios!

Un sacerdote es una persona consagrada a Dios. Se es sacerdote. No es una profesión. De hecho, fíjense como el Obispado no le suspende como sacerdote, sino en el ejercicio de su ministerio. No puede borrar el sacerdocio de esa persona.

Ahí está la cuestión. No se puede servir a dos amos, porque siempre estarás más atento de uno y descuidarás al otro. ¡Al César lo que es del César!

Cuestión distinta —y añadida en este caso— es si un cristiano puede apoyar e integrarse en un partido que define y defiende el aborto como un derecho, aunque esto sea algo que parezca no estar en juego en unas elecciones municipales.

Es mi opinión personal y sólo me represento a mí mismo, pero yo creo que ni puede. ni debe.

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