Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 19 de agosto de 2011

Aviso a navegantes


Que se zarandee, insulte, empuje, coaccione y amedrante a jóvenes por causa de su fe, como ha ocurrido estos días en algunos lugares y momentos en Madrid durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud debería ser un definitivo “aviso para navegantes”.

No me dirijo a los que insultan y agreden. Ni a los que se excusan en mentiras y medias verdades para ocultar sus verdaderas intenciones. Ni a los que se indignan porque frente a su provocación violenta sólo encuentran sonrisas y rezos. Ni a los que creen que la calle es suya y solo suya. Ni a los que leen y gritan con caras desencajadas de odio verdadero.


Esos ya tienen bastante con lo suyo. Son cuatro y necesitan muchos rezos. Es imposible ya razonar con ellos, porque cuando el argumento es visceral, deja de se argumento. Porque cuando la actitud es la ira y el odio, sólo se puede rezar.

En realidad, a quien quiero dirigirme es a “los de dentro”, a los que nos llamamos cristianos. Especialmente a los que se llaman cristianos, pero permanecen alejados de la Iglesia o se muestran críticos y poco participativos con la jerarquía por sistema, porque pensar y señalar errores puntuales es lícito, es bueno, y es otra cosa. Hablo de los tibios de corazón, que navegan entre dos aguas.

Cualquiera que se llame cristiano no puede sentirse indiferente ante la persecución por causa de la fe. No porque si hoy calla, mañana le pueda tocar a él (que también), sino porque cuando se persigue a alguien a causa de su fe, al que se busca destruir es a Dios mismo. Si amas a Dios, eso no es aceptable...

Si alguien que se llama a sí mismo cristiano no vio las imágenes y sintió ganas y necesidad de estar allí, interponiéndose entre los peregrinos y los violentos, debería plantearse su cristianismo. No para contestar con violencia, sino para ser uno más de esos hermanos acosados por su fe, respondiendo con sonrisas y rezos, pero mostrando su determinación y fuerza.

Cuando ciertos sectores sociales critican a la Iglesia, o al Papa, lo que verdaderamente buscan es callar la voz de Dios. Y lo hacen porque la voz de Dios es el único obstáculo que les molesta para crear un mundo a su medida, sin límites ni barreras, donde impere la ley del más fuerte (ya sea por violencia o número de votos), y donde la justicia y la dignidad humanas sean opinables. Y lo hacen porque la Iglesia es la única institución que, desde su inicio, mantiene un discurso distinto a sus intenciones, y porque fue creada y querida y es cuidada por Dios, precisamente, para ser depósito de esa voz que pretenden callar...

Como un planteamiento así de contundente desde el principio hubiese estado condenado al fracaso, los ingenieros de esta sociedad sin Dios tomaron un camino por etapas. Simplificando, en la primera, y junto a los que directamente negaban la existencia de Dios, surgieron los que separaron a la Iglesia de su propio fundador: “creo en Dios, pero no en al Iglesia”. La segunda etapa, dirigida hacia aquéllos todavía fieles a la Iglesia, intentó crear separación entre la jerarquía y los cristianos de base, como si la Iglesia no formase un único cuerpo. La tercera, trajo consigo a los cristianos no practicantes, porque la Iglesia se ha alejado de la sociedad y es imposible la práctica de la fe en su seno. La cuarta, pretende rebajar la religión a la categoría de pensamiento o ideología, llevando su práctica al ámbito privado, sacando a Dios de la vida común y confundiéndolo entre un sinfín de dioses particulares creados a imagen y acomodo de cada uno de nosotros.

Al final, como puede verse, el objetivo es claro: callar a Dios y sacarlo de nuestras vidas.

El problema es que entre muchos cristianos parte de ese discurso ya ha calado. No se puede ser cristiano sin Iglesia (completa, incluyendo jerarquía). No se puede ser cristiano sin sacramentos (todos, no sólo algunos). No se puede ser cristiano sin Dios-hecho-hombre.

Aviso a navegantes: ningún cristiano debería quedar indiferente ante los ataques a la Iglesia (el Papa y los peregrinos son Iglesia) y debería tener claras las causas —el odio a Dios— que habitan en esos ataques.

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