Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 26 de agosto de 2011

Obscenidades


Reconozco mi “pecado”. Me gusta Joaquín Sabina. Su música, se entiende. Incluso cuando llega casi a la blasfemia y, por supuesto, sobrepasa la irreverencia. Su poesía barriobajera y descarada, sinvergüenza. Sus imágenes palpables, alejadas de cánones ornamentales, pero llenas de belleza, sentido y sentimiento. Me gusta ese Sabina melancólico, derrotista y romántico, a la par que el socarrón transgresor e inconformista provocador de siempre. ¿Qué le voy a hacer? Ya sé que todo esto del cantautor con mensaje —normalmente de lo que se llama “izquierdas”— ya no está de moda, que es viejo y antiguo. Pero es que yo también lo soy. Prefiero esta música a la que triunfa hoy.

El caso es que Sabina —como un buen número de artistas de su ámbito ideológico— está marcado por una historia personal y lleno de contradicciones y transacciones con su propia conciencia. Pero eso es algo que, de alguna manera y de vez en cuando, nos pasa a todos, ¿no?


Sin embargo, hoy quiero decirle que no. Que no estoy de acuerdo, don Joaquín. Desde el máximo respeto a su irreverencia innata, a su socialismo militante, y a su libertad de expresión que, como ya he dicho, siempre me ha gustado —¿será la atracción del chico malo?— en su forma de ejercerla. Pero es que esta vez —seamos sinceros, no es la primera, ni la única— no tiene usted razón.

Se despacha don Joaquín en un medio de comunicación manifestando su decepción con el poder de convocatoria del Papa y con la utilización “obscena” de “chavalitos y chavalitas de 20 años, rodeados de monjitas y confesionarios”.

Mire... Déjeme decirle que se equivoca. Primero porque quien trajo a esa inmensa cantidad —no quiero entrar en guerras de cifras, porque me parece ridículo— de jóvenes, y no tan jóvenes, a Madrid, en última instancia, no fue el Papa, sino un Ser, creador de todo, que se hizo hombre y vivió entre nosotros hace unos 2.000 años, que murió y resucitó, y que sigue por ahí, inspirando el corazón, la mente y los actos de una buena parte de la Humanidad. A ese Ser, los cristianos le llamamos Dios y, en su forma humana, Jesucristo. En la otra, Espíritu Santo. Pero esto, usted ya lo sabía, don Joaquín. Puede que no lo crea, pero no lo ignora...

En segundo lugar, quien participó en el evento lo hizo libremente, sin coacciones y, sobre todo, sin coaccionar, sin presionar, sin insultar, sin increpar la libertad de otros. Dejarse utilizar por Dios, hacer su voluntad, renunciar a uno mismo por amor, es el mayor ejercicio de libertad que existe. No creo que un romántico como usted no lo supiera ya.

Mire don Joaquín... Lo verdaderamente obsceno es que ciertos grupos que siempre han estado detrás del 15-M, moviendo los hilos e intentando manipular el descontento ciudadano en su propio beneficio, aprovecharan la visita del Papa para sacar tajada mediática y robar protagonismo a esa juventud. No se engañe. Si alguien utilizó a los jóvenes fueron estos grupos.

Lo que resulta obsceno, don Joaquín, es que algunos participantes en las manifestaciones de estos grupos se comportaran como verdaderos ogros vociferantes, amenazantes y violentos con quienes, lo único que quieren, es seguir el camino de un Dios-hecho-hombre cuyo máximo mandato es el amor. Lo obsceno es indignarse ante quien sólo quiere amarte. Lo macabro —como el vientre de los misiles, don Joaquín— es odiar a quien te ama.

Lo decepcionante, don Joaquín, es que el Gobierno permita a ciertos grupos saltarse las leyes que regulan nuestra convivencia, pensando en réditos electorales, maniatando a la Policía, persiguiéndola, y poniendo en verdadero peligro físico a una buena parte de esta sociedad que, además, es mayoría.

Don Joaquín —y usted lo sabe bien, porque lo ha sufrido— lo obsceno es la persecución y el odio. Lo obsceno es el recurso a la violencia verbal o física. Lo obsceno es ser “anti”. Lo obsceno es la falta de respeto a la dignidad de todo ser humano. Lo obsceno es la coacción y la imposición.

Ni los peregrinos, ni el Papa fueron los de comportamiento obsceno la pasada semana. Pero todo eso usted, en el fondo, ya lo sabe, ¿verdad?

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