Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 14 de octubre de 2011

Creyentes, sin arrepentimiento


No se confundan. No se han equivocado. No voy a escribir sobre actitudes heroicas de personas que, en los medios más hostiles, se manifiestan creyentes y no se arrepienten de hacerlo, aunque pueda costarles la vida. En Irán hay una persona —de la que sepamos su nombre, porque hay muchísimas más— esperando sentencia de muerte por convertirse al cristianismo y no renunciar a su nueva fe.

No me gusta hablar de ellos, pero es que a veces los políticos se lo ganan a pulso. Don José Blanco —todavía ministro portavoz del Gobierno de España— acusado en las últimas fechas de corrupción, ha declarado en su defensa que "yo soy creyente y el examen de conciencia lo hago todos los días, pero no tengo nada de lo que arrepentirme".

Bienaventurado don José... O es usted un santo o el mayor de los fariseos que ha habitado alguna vez en este planeta.


No voy a poner en duda su posible santidad. Ni quiero juzgarle. Pero mire, señor Blanco: aunque su alma haga honor a su apellido, es prácticamente imposible que no se manche de vez en cuando. La ventaja es que es lavable y que queda como nueva, pero no basta sólo con hacer examen de conciencia para que esto suceda...

Don José... Ya sé que usted dijo la frase en un contexto y ante una argumentación concreta. Pero es que ¿sabe?, la actitud detrás de sus palabras es lo realmente preocupante. Mucho más que las palabras mismas.

De lo poco que sé de usted, presume de católico no muy practicante. Digamos que utiliza a Dios como excusa o como referente. Pero, ¿en qué o en quién cree usted realmente?

Fue Dios quien dijo a Moisés “no matarás”. Dígame qué es el aborto, o la eutanasia encubierta bajo el nombre de “muerte digna”. Pues usted milita y es portavoz de un Gobierno de un partido que habla del aborto y la eutanasia como derechos y hasta conquistas sociales. Y no me venga con tolerancia y pluralidad de opiniones. Ni con la separación de la política y los valores éticos y morales que, como cristiano, debería compartir usted con el resto de creyentes. También fue Dios quien dijo que le amásemos sobre todas las cosas. ¡Cumpla, o no se atreva a llamarse creyente y decir que no tiene nada de lo que arrepentirse! ¡Sea coherente!

Mire, señor Blanco... No es usted el único. Desgraciadamente muchos cristianos —practicantes, incluso— han —hemos— venido realizando concesiones al mundo en detrimento del único y auténtico Dios. Nos hemos fabricado religiones a medida a base de pequeñas píldoras cuando nos interesa y de lo que nos interesa en cada momento. Le hablo a usted como podría hablarle a cualquiera de ellos. A mí mismo también.

La fe es personal, efectivamente, pero es un don de Dios y es única para todos, la misma para todos. Y además, no es negociable, ni parcelable, ni administrable en píldoras. Va el lote completo, como las lentejas.

Y además, por eso, se vive en comunidad, entre hermanos, en la Iglesia que el mismo Dios quiso y fundó. Porque mire, don José: si usted llama a Dios “padre” y yo también lo hago, usted y yo somos hermanos.

Lo más grave, señor ministro, no es hacerse una religión a su medida. Lo peor es no arrepentirse de ello...

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