Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 24 de febrero de 2012

Sin conciencia


No hace mucho recordaba con un buen amigo y mejor persona anécdotas de nuestra juventud. Y en la relajación de pensamiento y palabra que facilita la ingesta controladamente masiva de cerveza (fueron unas cinco, en mi caso tres, a lo largo de toda la tarde, no vayan a pensar...), me decía mi buen amigo y mejor persona que si sentía algún malestar hacia su pasado era por los sentimientos de culpa, sobre todo en cuestiones de moral sexual. Sin llegar a ser unos reprimidos, mi amigo se quejaba del peso de la moral sexual en la que fuimos educados sobre nuestras conciencias.

Unas semanas después leía una entrevista a una actriz española que acaba de estrenar película junto a un “guaperas” aristócrata televisivo, en un suplemento de esos que, en fin de semana, nos regalan los periódicos. Destacaban en la misma una frase, que ahora no recuerdo literalmente, pero que venía a decir que no tenía conciencia de pecado, ni arrepentimiento por ello.

Apenas unos días más tarde descubro un titular de prensa que destaca cómo una ministra brasileña presume orgullosa de haber abortado dos veces y asegura “que hará todo lo que esté en su mano para lograr que las mujeres brasileñas puedan abortar sin impedimento legal”...

Y en el momento de escribir estas líneas, hace furor en Twitter una campaña de ataque a la cantante Nena Daconte porque va a actuar en un acto pro-vida. Además de insultos, llamadas al boicot de sus discos y algunas cosas más por parte de los siempre “tolerantes” defensores de los derechos “sociales”.

¿A dónde vamos?

No es que pretenda defender la represión pero, ¿dónde vamos sin límites y, sobre todo, sin “mala conciencia” al traspasarlos? El camino de la santidad no está exento de fracasos, de errores, de fallos, de pecados. O si lo prefieren en otros términos, tampoco la búsqueda de la superación personal lo está. Pero sin reconocer cuándo obramos mal, sin ese sentimiento de culpa o responsabilidad, ¿cómo se puede mejorar?, ¿cómo se puede reparar?, ¿cómo se sabe qué camino tomar?

Al final va todo unido. No es casualidad rebajar hasta su desaparición el concepto de pecado, ni separar culpa de responsabilidad y reparación, ni borrar las consecuencias de cualquier acto humano. El mensaje es “todo vale”. Eso sí, siempre que coincida con los dictados de aquéllos que propugnan el “todo vale”.

Personalmente, agradezco a mis padres, maestros y educadores que inculcaran en mi corazón la conciencia de pecado. Y aunque de vez en cuando me hace sentir muy mal conmigo mismo y soy muy autoexigente y crítico, lo cierto es que es el mayor estímulo para buscar a Dios y para ser mejor persona. Uno no enciende una lámpara sin conciencia de caminar a oscuras.

Por cierto: aunque no sea muy de mi gusto, acabo de comprar en iTunes música de Nena Daconte. Será cosa de mala conciencia ajena...

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