Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 27 de julio de 2012

Es momento para la calma... (y3)


Y por tercera y última semana, déjenme seguir hablando de recortes y de mantener la calma...

Y es que es francamente difícil aceptar que nos quiten algo cuando nos hemos acostumbrado a ello, cuando le asignamos la categoría de derecho —o conquista— no solo irrenunciable, sino innegociable.

Les decía la semana pasada que las cosas son como son y no como queremos. Y de verdad, dejen para otro momento dichos y fórmulas ocurrentes y demás variantes sobre lo de que querer es poder. La misma frase que nos puede llevar a avanzar y alcanzar metas en algunas circunstancias, nos puede despeñar al abismo si elegimos mal el momento y el lugar. No hablo de renunciar a ideales. Hablo de atemperarlos a nuestro paso y situación reales.

Insisto: es un problema de aceptar la realidad. De no mentir.

Estoy de acuerdo en que son demasiados. Estoy de acuerdo en que se persiga la corrupción y se intente recuperar lo robado. Y, sobre todo, que esto no vuelva a ocurrir. Pero ni los políticos son tantos, ni la corrupción tan grande, como para pagar la factura que debemos. Decir lo contrario es mentir.

Como también lo es meter en el mismo saco la buena o mala gestión por criterios políticos y la corrupción. ¿O acaso es corrupto el concejal que fija un precio por debajo de coste para el billete de autobús urbano? ¿Y el responsable sanitario que instala un sofisticado aparato en un hospital público aunque sólo vaya a usarse cinco veces al año por lo extremo y raro de su tratamiento? Es cierto que a veces los criterios políticos pueden estar equivocados, pero eso no es corrupción. Incluso es cierto que a veces pueden beneficiar a “amigos” y, aunque esto sí pueda ser calificado de corrupción, no implica la existencia de desvío de dinero si el servicio se presta y se hace por su justo precio...

Meterlo todo junto y sin distinciones solo responde a los intereses de quienes quieren sacar tajada de alguna u otra manera de esta situación. Y los demás, al hacernos eco, colaboramos en ello.

La verdad sobre los recortes es muy simple. Desgarradoramente simple si somos capaces de aceptar que debemos una cantidad vergonzosa de dinero y no tenemos con qué pagar. El Estado sólo ingresa por impuestos (las empresas públicas no suelen generar beneficios) y sus gastos son de personas y prestación de servicios a la comunidad (enseñanza, educación, infraestructuras). No hay más. Subir ingresos y bajar gastos. Como hubiera hecho cualquier familia antes de que nos acostumbraran a vivir con dinero prestado. Y como los ingresos no siempre pueden subir a nuestra voluntad, lo único que nos queda es reducir.

Lo que sí sería de agradecer, llegados a este punto, es que nuestros políticos —todos— fueran los primeros en dar ejemplo. Una buena opción sería impedir que ningún trabajador con sueldo con cargo a los presupuestos del Estado ingresara (incluidas dietas) más de 3000 euros. Al menos, hasta que pase la tormenta. Políticos incluidos, claro. Y nada de pensiones vitalicias. Y empecemos a pensar que para votar todos los mismo obedeciendo la disciplina de grupo, nos sobran un montón de representantes públicos en todos los ámbitos del Estado.

Pero seamos conscientes. En realidad, nada de esto impediría el resto de recortes. No sería tanto el ahorro como querríamos, pero al menos nos mojaríamos todos.

Y en cuanto a nosotros, dejemos de ser masa. Como tal nos comportamos cuando seguimos los dictados del Poder, como cuando le hacemos la ola a cualquier ocurrente más o menos interesado y embustero del que nos hacemos eco sin pensar por nosotros mismos, sin un mínimo juicio crítico y leyendo solamente lo subrayado.

Que no les engañen: no hay revoluciones incruentas, vivimos en un estado democrático, nadie quiere imponer la censura, la lucha de clases es una dialéctica del pasado, no es un tema de venganzas y ningún gobierno haría todo esto si no le quedara más remedio.

Pero tampoco se engañen ustedes, señores políticos. No pueden mantener su ritmo. Ni siquiera basta con que se rebajen una cuarta parte de su sueldo, porque el sacrificio no es equiparable. Ustedes deberían ir por delante. Ser político no puede ser la profesión de nadie...

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