Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 22 de julio de 2011

En eso sí hay motivo ...


Cinco minutos de gloria, que es justo lo que pretenden. No les doy más...

Resulta que un grupo laicista, Europa Laica, anda por ahí pidiendo a los poderes públicos, jueces y fiscales que vigilen y examinen con lupa las palabras que pueda decir el Papa Benedicto XVI durante su participación en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, por si en algún momento pudieran ser constitutivas de “delito contra la salud o el orden público”.

En especial, piden que se rechace cualquier crítica del Papa contra formas de convivencia de la sociedad española, leyes aprobadas democráticamente o debates legislativos, "elevando la correspondiente queja a la institución Iglesia católica e, incluso, si se considera, tomen otras medidas jurídicas".


Miren... Eleven las quejas que quieran, que para eso les ampara la libertad de expresión, pero con lo de las medidas jurídicas se han pasado tres pueblos. ¡Y ya está bien! Alguien debería dejar claro con hechos que realizar cierto tipo actos o manifestaciones no puede salir siempre gratis. Que el insulto o el boicot al ejercicio de la libertad de expresión de otros son algo más que mala educación.

Lo que la Fiscalía y los Jueces en este país deberían explicarles a estos señores —y resto de géneros, no quiero hacer este texto interminable— es que atentar contra la libertad de expresión y la libertad religiosa —ambas, derechos fundamentales reconocidos en la Constitución— sí puede llegar a constituir un delito. Al Papa, a la Iglesia, a los cristianos y a cualquier persona de bien (e incluso a las de mal) nos ampara el derecho de poder tener opinión y expresarla, incluso contra leyes legítimamente aprobadas y vigentes. ¡Faltaría más! ¿O están poniendo ustedes a la ley por encima de derechos que ésta sólo puede reconocer, porque en realidad no los crea? Lo digo porque si su respuesta es afirmativa, en eso sí hay motivos para que jueces y fiscales, al menos, abran una investigación sobre ustedes.

El Papa puede opinar con plena libertad en razón de su propia dignidad como ser humano. Ninguna ley ha creado ese derecho. Ni el derecho a la vida. Ni a la libertad... Quizá los poderes públicos a los que ustedes apelan —que son los garantes de que estos derechos puedan ser ejercidos por todos— deberían recordarles, precisamente a ustedes esta cuestión y amenazarles con retirarles cualquier subvención, ayuda o subsidio con cargo a fondos públicos con la que puedan contar, como piden ustedes mismos para otros.

¿Por qué no crean ustedes su propia casilla en la declaración de la Renta y se financian sólo con lo que recauden? E igual que ustedes, sindicatos y hasta partidos políticos y todos aquellos que, en algún momento, critican que los españoles que libremente deseamos que parte de nuestros impuestos financien a la Iglesia, podamos hacerlo a través de una “equis” en el impreso del impuesto.

¿Acaso es justo que con mi dinero se financien muertes que —aunque legales— en mi opinión son despreciables?

Acataré la ley porque ésas son las reglas del juego, pero no me digan a mí, ni a la Iglesia, ni al Papa, que no podemos manifestar nuestra opinión en contra de lo que nos parece inhumano. Respetar no significa no poder oponerse y manifestarse en contra. Yo no pido... ¡EXIJO! a los poderes públicos que garanticen el pleno ejercicio de la libertad de expresión al Papa.

Porque negar la libertad de opinión, de expresión, de culto y religión, sí supone un delito. En eso sí hay motivo para investigar: si es el caso, persígase. Porque incitar a los poderes públicos a cometer un delito —prevaricación— pidiéndoles que persigan jurídicamente conductas no delictivas a sabiendas de que no lo son, también lo es. En eso sí hay motivo para investigar: si es el caso, persígase. Porque situar a una persona bajo sospecha, incluso por hechos no acontecidos y que ni siquiera constituyen delito, con el fin de menoscabar su fama, dignidad u honor, puede rozar la difamación. En eso sí hay motivo para investigar: si es el caso, persígase.

Y no les doy más minutos, porque no se merecen más...

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