Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 8 de julio de 2011

¡Esas palabras ...!


Titular en prensa nacional: “Madrid 'perdona' a Shakira su amor culé”. Como mínimo, llamativo para encabezar una crónica sobre un concierto. Supongo que era por hacer una gracia o para llamar la atención. Pero hay chistes que mejor no hacerlos. y que además no tienen mucho sentido.

Sin ánimo de exagerar sobre un “desliz” menor, pero ¿acaso Shakira tenía que pedir perdón al madridismo por estar con un jugador del Barcelona? Probablemente a su marido abandonado sí, pero no es el caso. ¿Acaso esperaba el redactor que hubiera sido recibida con abucheos y a  tomatazos? Eso le habría venido muy bien al periódico para vender periódicos, pero creo que todavía tenemos educación para saber comportarnos. ¿Acaso insinúa que se merecía un recibimiento hostil, pero que los madrileños son tan buenas personas que perdonan lo que otros no harían? Probablemente más de la mitad de los asistentes al concierto ni eran de Madrid, ni del Madrid, ni les importaba el fútbol un pimiento.


¿Desde cuándo la rivalidad deportiva se ha transformado en guerra?

Aunque bien mirado, esta última pregunta tiene respuesta: hace ya mucho tiempo que hay gente que golpea y mata por el resultado de un enfrentamiento deportivo. En España y fuera de ella. Me viene ahora mismo a la memoria el caso de un jugador sudamericano que fue asesinado por un hincha por marcarse un gol en propia meta en un Mundial.

¿De qué nos extrañamos? Llevamos mucho tiempo utilizando un lenguaje belicista en el campo del deporte. Creando conflictos, amplificándolos, “ninguneando” a unos y saturando con otros. El propio mundo del deporte puede haber tenido mucho que ver en esta situación, pero los medios de comunicación han sido parte importante de la ecuación. Y a los responsables públicos, la política del “pan y circo” les ha ido muy bien desde tiempos de los romanos. Los de verdad, no los de serie de televisión.

Lo preocupante es extender ese “conflicto” al mundo de la música o de la cultura en general insinuando repercusiones donde no las hay. ¿Por ser un antisemita declarado —él, no yo— ya no puedo escuchar a Wagner? Ni por asumir la esclavitud como lo más normal del mundo ¿debemos dejar de leer a Platón o Aristóteles?

Si sembramos palabras de guerra corremos el riesgo de terminar recogiendo cadáveres. Eso ya pasó en este país durante los años 30 del siglo pasado. Y no sólo durante la guerra civil, sino significativamente antes y después.

¿Cuándo aprenderemos que para defender algo no es necesario atacar al resto?

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