Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Que no te arruinen el titular


Es conocida la frase en el mundo del periodismo: no dejes que la realidad te arruine un buen titular. Todos los medios de comunicación caen alguna vez en esta trampa. Es comprensible. Hay que llamar la atención con muy pocas palabras para que el usuario se pare a leer, a escuchar, o a mirar. El problema es que la realidad —siempre compleja e inabarcable en su totalidad— no siempre puede describirse certeramente con tan pocos vocablos.

Dicho esto, que es más explicación que justificación, hay que reconocer que en esto de proponer titulares de escándalo —e incluso noticias completas en las que uno se plantea su propia razón de ser noticiable— hay medios que destacan y se esmeran. Con ciertas temáticas, especialmente.


Es el caso de “El Mundo”. En su edición digital del 16 de septiembre de 2011 recoge el siguiente titular: “La carrera de medicina obvia la salud de los homosexuales”. Estremecedor, ¿no?. El antetítulo nos ofrece pistas sobre la fuente para llegar a tal conclusión: “ESTUDIO | Carencias en la enseñanza”. Tampoco es que sea muy específico, la verdad. Sin embargo, en el subtítulo si nos ofrecen algún dato más: “Los temarios obvian sobre todo a las lesbianas, bisexuales y transexuales”.

Antes de realizar más comentarios, me gustaría destacar que no tengo nada en contra de los homosexuales. Ni ellos, ni nadie merecen para mí consideración distinta a la de hijos de Dios (aunque algunos todavía no lo sepan, otros no quieran saberlo y algunos renieguen de su padre) con igual dignidad y respeto.

Dicho lo cual, paso a comentar la noticia y la forma de tergiversar la realidad con objetivos  —confesables o no— que la autora del reportaje, el redactor jefe o el propio director del periódico sabrán.

Para empezar, el estudio se refiere a los estudios universitarios en Estados Unidos y Canadá. ¿Leyeron ustedes algo de eso en los titulares? ¿Pensaron que hablaban de España y nuestra cuestionable calidad en la enseñanza?

Pero es que el titular en sí mismo también tiene su aquél: ¿está señalando discriminación en la atención sanitaria? Lo parece. O, como mínimo, falta de sensibilidad.

Sin embargo, en el texto del artículo se explica que el colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales “no tiene ningún problema de salud específico, es decir, no hay ninguna condición que afecte sólo a sus miembros, pero sí ‘hay una mayor prevalencia de ciertos problemas de salud’, como recuerda la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) en un documento hecho público con motivo de la celebración del Día Europeo de los Derechos de los Pacientes”.

A estas alturas de la cuestión, uno no pede dejar de preguntarse si el tratamiento de una enfermedad —aunque sea la misma y común a todo ser humano— también debe entender de estas diferenciaciones basadas en comportamientos sexuales... Su prevención, puede. Pero su terapia curativa...

Más adelante, el texto recoge las declaraciones de Irene Fernández, vicepresidenta de Asuntos Internos IFMSA-Spain, la Federación Española de Asociaciones de Estudiantes de Medicina para la Cooperación Internacional, que afirma que "durante la carrera, desde la formación médica oficial, no se estudia un abordaje específico de los pacientes que pertenecen al colectivo LGTB. No tenemos noticia de que figure como objetivo docente de ninguna asignatura", aunque reconoce que  “estos temas sí se estudian en diferentes asignaturas".

Hay algo que nunca he entendido: que los que más reclaman igualdad quieran ser discriminados. En positivo, pero discriminados al fin y al cabo.

No sé, pero creo que está más descuidada la salud de los seres humanos antes de nacer —donde se atenta contra su propia supervivencia— que la de los homosexuales. Y no por criterios médicos, sino morales y legales. ¡Y por ciertos medios de comunicación!

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