Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Loterías


Como a la mayoría de ustedes, el pasado 22 no me tocó la Lotería. De hecho, no recuerdo que me haya tocado nunca... Pero eso no es cierto. A usted, como a mí, como a todos, nos ha tocado la lotería muchas veces. Ocurre que no siempre nos damos cuenta. Ni somos lo suficientemente agradecidos. Píénsenlo.

Nos tocó la lotería cuando Dios creó el mundo. Cuando entabló alianza de amor con todos nosotros a través de Abrahán, Moisés, David y los profetas.

Nos tocó el premio gordo cuando decidió hacerse hombre. Cuando la Virgen aceptó y San José acató.


Nos toco un buen pellizco cuando Jesús eligió a Pedro, a Juan y al resto de discípulos. Cuando escogió a Pablo, y a cada uno de los papas y obispos que han regido y cuidado de su Iglesia posteriormente. Y con cada uno de los santos y beatos hemos sido agraciados en premios no menores.

A usted mismo le tocó la lotería al nacer. Le tocó con sus padres, abuelos, hermanos, ... Le ha tocado con cada amigo, con cada sonrisa, con cada abrazo, con cada beso. Le tocó la lotería cuando encontró su vocación, cuando conoció a esa persona con la que comparte o compartió su vida. Le tocó el premio en forma de hijos, sobrinos, nietos, ...

A cada uno de nosotros nos toca la lotería en cada ocasión en que acudimos a los sacramentos, cada vez que nos acercamos a la Palabra de Dios.

Lo siento, pero cuando alguien se queja de no haberle tocado la lotería no puedo estar de acuerdo. Seamos sinceros. No mientan. A todos nos ha tocado. A todos nos toca. Y lo que es mejor, el gran premio está por llegar a cada uno de nosotros: la vida eterna, la felicidad completa junto a Dios Padre...

Todos hemos sido agraciados en el sorteo de nuestra vida. Incluso cuando más difícil y dura se nos presenta. El amor de Dios es el gran premio al que, ni queriendo, podemos renunciar. Él nunca dejará de amarnos, de esperarnos, de preocuparse y sufrir por nosotros. En esta lotería no cuenta la suerte. El premio, de verdad, está garantizado.

¡Feliz Navidad! e inviertan bien todos los premios que les han tocado y les han de tocar.

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