Ha salido a la palestra con un gobierno en funciones que ya se despide y cuando todo el mundo se apunta al carro de la contención del gasto, los recortes y los sacrificios que a todos nos esperan.
El subdirector de la Dirección General de Tráfico —ese organismo que, aunque no se vea, hace algo más que poner y gestionar multas y publicar anuncios impactantes— se ha permitido dar consejos al nuevo gobierno: “la decisión que tienen que tomar los políticos es si el coste (de mantener y construir carreteras) lo pagan todos los ciudadanos o sólo aquellos que las utilizan. Y la pista es que va por ahí”.
Y el señor Federico Fernández —que así se llama este hombre— se queda tan ancho... Como si la cosa no fuese con él. Como si su propio nombramiento no fuese, en cierta forma un cargo político. Como si ellos no hubieran tomado nunca ninguna decisión, desarrollado alguna reglamentación, o propuesto alguna medida...
Pero, lo más fuerte, como si él no supiera que ya son los que usan las carreteras los que más pagan por hacerlo.
Mire usted, señor Fernández, mire usted:
Cualquier persona con vehículo en este país paga un impuesto de circulación. Digo yo que será para circular por carreteras y no sólo por la ciudad donde lo abonamos. Es cierto que es gasto que no tiene en cuenta el mayor o menor consumo de asfalto: da igual que tenga usted el coche parado o que haga 500 kilómetros diarios. Es lo que se podría llamar como cuota por el derecho a usar un bien público cuando llegue el momento. En realidad, uno abona en el impuesto de circulación el derecho a usar las infraestructuras viarias del Estado en el momento en el que tenga que hacerlo.
Pero no es el único pago. Porque hay otros que sí tienen que ver con el uso.
Para circular, usted consume gasolina. No quiera saber cuál es el porcentaje del precio que se queda el Estado, pero es altísimo. Ponga dos cifras y no baje la primera de un 7 y me quedo corto. Más kilómetros, más uso, más gasolina. Ve, señor Fernández, como más paga quien más usa.
Y ahí no acaba la cosa. Más uso también implica más desgaste en el vehículo. Ruedas, repuestos, ... Todo eso paga IVA, señor Fernández, más otros impuestos que se han ido pagando durante el proceso de producción y que, al final, terminan incorporados al precio. Es decir, que los abona el que más usa las carreteras y lo cobran ustedes, el Estado.
Y así podríamos seguir hasta el infinito. Desde la propia adquisición de un coche, a la de un chaleco reflactante o dos triángulos señalizadores. Que sí, que es por seguridad, pero que se pagan y ustedes cobran su parte, oigan. Y los coches, cuanto más se usan, más pronto se cambian.
Lo de las ITVs es un caso aparte, y un buen negocio montado con la excusa de la seguridad. Si uno pasa la revisión oficial anual de su vehículo (que paga religiosamente) no podría ser exonerado del pago de pasar una revisión oficial en muchos casos menos exhaustiva que la del fabricante. Y ciertas actividades comerciales que implican más circulación, deben pagar más y pasarlas más a menudo.
Así que no venga insinuando que todos pagamos lo mismo y que quienes más usan las carreteras deberían pagar una nueva tasa, porque ya lo hacen.
Porque además, si se encarece el precio del transporte de mercancías con un nuevo impuesto, ¿quién cree usted que va a terminar pagándolo? Usted y yo cuando vayamos al súper a comprar una lechuga. Y si compra dos, pagará el doble aunque usted sea de los que no conducen habitualmente.
Gasten el dinero que ingresan —que es mucho— en lo que toca, y déjense de subvencionar vicios y caprichos políticamente correctos y verán como sí hay dinero para carreteras.
Por cierto —y no es por dar ideas— si los ciclistas pueden circular por las carreteras también las desgastan, ¿no? ¿Están pensando en cobrarles también?
No hay comentarios:
Publicar un comentario