Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Cal y arena


La que anda repartiendo el nuevo Gobierno de España en estos días.

Me pareció esperanzador que la nueva ministra del ramo, Ana Mato, calificara como “violencia” en el entorno familiar el último desgraciado asesinato de una mujer a manos de su pareja sentimental. Pero también tenía su punto preocupante que después se vio agravado por las casi disculpas que tuvo que pedir la ministra ante a reacción de su antecesora y demás camarilla progresista.

Esperanzador porque, por una vez, la violencia se quedó sin calificativos. Como debe ser. Toda violencia es igualmente condenable. Añadirle adjetivos (doméstica, machista, de género, gratuita, inocente, justificada, incontenible, ...) para lo único que sirve es para confundir y establecer rangos y justificaciones. En ese sentido, acompañar el concepto de violencia del lugar donde se produce es algo mucho más igualitario, justo y respetuoso. Es mi opinión, al menos.

Y es que la referencia al entorno familiar puede contener una trampa en la que la señora ministra ha caído incluso sin darse cuenta. Como muchos de nosotros. Porque puede ser que en este caso se tratase realmente de una familia pero, ¿tenemos claro el concepto de familia para futuras ocasiones en los que la violencia se produzca en lugares donde unos dicen familia y otros no? ¿Será violencia en el entorno familiar cuando los actores sean del mismo sexo o ni siquiera estén casados aunque sea por el rito más extraño que se les pueda ocurrir?

Pero cuando se me cayó la ministra —y la esperanza— al suelo fue cuando se vio en la obligación —porque objetivamente no la había— de salir a decir que lo de menos era la terminología empleada, ante las críticas de la señora —o señorita, todavía no lo sé— Pajín y compañía. Hágame caso, señora Mato: ¡fuera complejos! ¡Y rápido!

No acabó ahí la cosa. Unos días después, el Consejo de Ministros ha aprobado una serie de medidas económicas que nos van a doler, aunque probablemente, en su mayoría, sean necesarias y no las únicas. Siguen los tiempos duros, y de momento las cosas no van a ir a mejor. Eran urgentes y había que tomar decisiones. De acuerdo.

Está bien que no se olviden de los más débiles y prorroguen la ayuda a parados y aumenten las pensiones. Pero congelar el sueldo a todos los funcionarios tampoco es justo, porque hay muchos sueldos en la administración y no todos son altos. Es más, no sólo deberían congelarse, sino reducirse los sueldos de altos cargos, diputados y senadores, ministros y demás, pero esto no lo hacen.

Pero junto con todo ello, ¿de verdad era tan urgente derogar el canon digital, decidir que la compensación a los autores la pagaremos entre todos con nuestros impuestos vía presupuestos generales y, sobre todo, la aprobación del reglamento de la llamada Ley Sinde?

Lo del canon está bien —a medias— aunque debería haberse explicado correctamente y, quizá, modificado antes que derogado. Soy de los que piensan que el canon sobre algunos productos (no todos a los que afectaba) y con un buen modelo de recaudación y redistribución puede ser un hecho necesario.

Las compensaciones públicas a los autores es un tema digno de un debate social más ponderado y pausado, además de —probablemente— incompatible con el actual concepto de propiedad intelectual. Creo que debe favorecerse la creación cultural, pero no convertirla en negocio con dinero público.

Pero es que lo del reglamento de la Ley Sinde clama al cielo: es un completo fraude a la separación de poderes y a la verdadera función judicial que no es autorizar actuaciones censoras administrativas, sino juzgar y decidir sobre el contenido del asunto.

Parece inconcebible que, en el primer bloque de medidas serias de gobierno se incluya esta regulación que, ni siquiera el anterior gobierno que la redactó se atrevió a poner en marcha. Es estúpido. O muy maquiavélicamente inteligente: unir varias malas noticias en un mismo contexto sirve para que algunas de ellas pasen desapercibidas y con menor oposición.

Mire, señor Rajoy y resto de ministros: no es el momento de entrar aquí en debates sobre propiedad intelectual y protección de los derechos de autor, pero quédense con esta idea porque no la tienen nada clara: lo que es ilícito en la vida real, también lo es en la virtual (internet), y lo que no lo es en una, tampoco lo es en la otra. Si prestar un libro o un  disco a un amigo, aparte de una actitud que pone en riesgo al amigo y lo prestado, no es una actitud reprobable en el mundo real, ¿por qué tiene que serlo en el virtual?

Ya sé que es una simplificación, pero ustedes y sus antecesores nos han hurtado un debate serio y profundo sobre todos estos tema. Nos han colado de tapadillo y con prisas y nocturnidad una medida que ni era urgente ni va a solucionar la situación económica y ni siquiera el tema de la piratería. ¿O acaso son ustedes de los que piensan que se pueden poner puertas al cielo?

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