Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 23 de marzo de 2012

Cuando se pierde el rumbo


Cuando un barco pierde el rumbo, pasa lo que pasa. Que queriendo ir a un lugar termina en otro distinto o, lo que es peor, perdido o en el fondo del mar. Algo así les sucede también a las sociedades y a cada uno de nosotros como personas. ¿qué quieren que les diga? Esta sociedad hace mucho tiempo que parece navegar a la deriva en demasiados aspectos. Probablemente, en algunos de los más improtantes. Les dejo hoy unas muestras con las que, discúlpenme los aludidos, no estoy de acuerdo.

Para empezar, leo en un blog un comentario sobre las declaraciones de don Pascual Sala, presidente del Tribunal Constitucional (esa institución que se pensó para una cosa y que ha terminado siendo utilizada para otras muchas, todas ellas distintas de su finalidad original). Dice este señor que el recurso que presentó el PP contra la “ley del aborto” impulsada por el anterior gobierno socialista, no es urgente. Y dice también que en la agenda de prioridades del alto Tribunal, están antes temas como el de la ilegalización de Sortu o la doctrina Parot.

No seré yo quien niegue la importancia de las dos cuestiones que don pascual señala como prioritarias. Cuestión distinta es que no tenga muy claro, personalmente, que sean materia para el Constitucional. Pero desde luego, lo que sí era y es muy urgente es el tema del aborto. Durante el silencio del órgano que usted preside, don Pascual, ¿sabe cuántos seres humanos han sido eliminados “legalmente”? La defensa de la vida sí es un tema constitucional. Su silencio es cómplice.

Cambiando de tercio. Dice la secretaria general del PSOE, doña Elena Valenciano, que el PP no puede gobernar en Andalucía. Que en ello les va la felicidad a las mujeres de aquella región. ¿Será que los resultados electorales sólo afectan a las mujeres? ¿O es que la felicidad de los hombres no tiene nada que ver con la de sus esposas? ¿Pueden ser felices sin que ellas lo sean?

Dejando aparte el hecho de que institucionalizar el derecho a ser feliz es tan estúpido e inútil como proclamar el derecho a que cada día el clima se comporte como cada uno desee, supongo que la señora Valenciano no termina de hablar en serio. Oiga, yo me conformo con que un gobierno me solucione problemas y garantice unas condiciones mínimas. La felicidad prefiero ser yo quien decide dónde buscarla, no vaya a ser que su concepto de “feliz” no coincida con el mío (que me da a mí la nariz que en algunas cosas no nos íbamos a poner de acuerdo).

Aunque quizá a lo que se refiere doña Elena es que o ganan ellos o van a hacer la vida imposible a todos los andaluces tomando la calle sin aviso, con nocturnidad y alevosía ante la pasividad del resto de los ciudadanos y las fuerzas del orden público maniatadas por unos políticos acomplejados a los que sigue dando miedo asumir el mando de la nave. Se nota, ¿no? Me tienen harto y no me sorprenden. No esperaba menos de ustedes. Lo dije la semana pasada y lo repito en ésta: todo el mundo tiene derecho a protestar, pero no a sembrar el caos. E incluso me voy a permitir aumentar la apuesta: todos tenemos derecho a protestar, pero también a que nos digan que “no” si no tenemos razón. Y no siempre que se protesta es con razón, ¿verdad?

Para terminar, el eterno debate sobre las Fallas. Que si debe ser una fecha móvil. Que si deben durar todo el mes. Miren... Si observamos las Fallas sólo como un hecho económico o turístico cometeremos uno más de los muchos errores en los que se incurre cuando se pierde el rumbo.

Sin negar su proyección económica o turística, las Fallas son una fiesta popular. Son una fiesta para la socialización y vertebración de calles, barrios y ciudades. Son una fiesta con orígenes claros y nítidos en torno al gremio de carpinteros y la devoción a su patrono, San José. No perdamos el norte, o terminaremos teniendo que cambiar la letra del 7 de julio, san Fermín, por ejemplo.

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