Un blog para la crítica respetuosa, que deja lo políticamente correcto a un lado y que denuncia y pone el acento en oponerse a aquellas actitudes y opiniones que, a juicio de su autor, no respetan la dignidad y los valores humanos. Las personas siempre son dignas de todo respeto; las opiniones, no.

viernes, 9 de marzo de 2012

Dos disculpas y otra cosa


Se acumulan los temas, la verdad. Estamos llegando a un punto en que tendría que escribir a diario. Y puede que varias veces al día. Será cosa de los tiempos crispados y reivindicativos que corren. O del interés de algunos en “quemar las calles”, algo que los valencianos haremos literalmente, como cada año, la noche del 19 de marzo.

En cualquier caso, intentaré ser muy breve y rápido. Primero, la otra cosa. Después, las dos disculpas.

El señor Llamazares ha presentado un nuevo partido político porque piensa que no se puede permitir que el movimiento “indignado” se diluya como un azucarillo. Y por si alguien duda de su carácter “revolucionario”, la imagen del “Ché” ha presidido el acto.

Dice  don Gaspar que su nuevo partido pretende superar “dogmatismos”. ¡Menos mal! Más allá de visiones románticas, cuando una revolución —y da igual si está o no justificada— debe imponerse con muertes, a sangre y fuego, mal andamos. En realidad, eso sí es fruto del dogmatismo, don Gaspar. El de la violencia, la intolerancia, la opresión y la coacción, para más señas...

Con mis siguientes invitados de hoy quizá me busque un lío. Pero desde la fraternidad y el respeto, creo que debo decirlo. O recordarlo. O aclararlo. O profundizar en aspectos que, en una lectura rápida, calan aún pasando desapercibidos. Disculpen mi atrevimiento.

Mons. Martínez Camino, obispo portavoz de la Conferencia Episcopal convocó hace unos días a los medios de comunicación para hacer entrega de un cheque de 5 millones de euros a Cáritas. Los medios normalmente entienden lo que quieren y buscan el titular llamativo. Y a veces, aún sin querer, se lo damos.

No entraré en la idoneidad o no de convocar a la prensa para estos menesteres. Creo que el ejercicio de la caridad no debe publicitarse, pero tampoco ocultarse. Además, Cáritas forma parte de la Iglesia —y no es la única institución eclesial que acoge y protege al desvalido— así que, en el fondo, que la Iglesia aporte dinero a Cáritas es como pasar un billete de un bolsillo del pantalón a otro.

Es más peligroso caer en ciertas trampas numéricas o de lenguaje. Cinco millones. La Iglesia aporta mucho más a Cáritas, obras sociales y de caridad. En dinero, en trabajo y en esperanza. A pie de calle, en las parroquias. Incluso la Conferencia Episcopal destina en sus presupuestos ordinarios una cantidad mayor. Estos cinco millones son una aportación extraordinaria que se reduce de otras partidas y que se suma a todo lo anterior. Cinco millones es menos de un 3% de todo lo que ingresa la Conferencia Episcopal por la asignación tributaria. Un porcentaje tan pobre, como falso. La Iglesia destina muchísimo más. En realidad, destina todo cuanto tiene en la atención integral de aquéllos que lo necesitan allí donde lo necesitan.

La trampa del lenguaje es afirmar que se está supliendo al Estado en sus funciones de atención a los más desfavorecidos. Este tipo de razonamientos encierran varios demonios. La Iglesia es anterior al Estado, y su compromiso con los más débiles también. La caridad en la Iglesia no es supletoria de nadie. Ni siquiera es sólo una obligación. Es una gracia, una oportunidad de acercarse a Dios a través del hermano. Subsistiría aunque no hiciera falta suplir al Estado. Está en nuestro ADN. Se llama amor al prójimo. No suplimos: ¡vamos por delante!

No es el único caso en las últimas horas. Otra trampa del lenguaje —en este caso escénico— es algo parecido a lo que le puede haber sucedido al arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo que, con sus palabras ante el Día del Seminario, ha “prestado” unos titulares a la prensa que pueden sembrar algo más que inquietud.

“Tener sacerdotes mañana es cuestión de vida o muerte”, o “nos jugamos el futuro de la Iglesia”, son frases que vienen a hacer hincapié —con cierto tinte dramático— en la innegable necesidad e importancia del ministerio sacerdotal en la Iglesia, pero que también pueden dejar —al menos a mí, personalmente— un cierto sabor agridulce...

Don Juan José, probablemente los medios no han hecho justicia a sus palabras. En teatro se dice que un exceso dramático a veces desdibuja al personaje, o al mensaje que se pretende transmitir.

“Rogad al dueño de la mies para que envíe obreros” nos pide el Evangelio. Usted como yo sabe que en nuestras manos no está el futuro de la Iglesia, sino en las de su propietario. A Él hay que pedirle obreros. Y Él sabrá si tienen que ser sacerdotes, religiosos, u otra cosa. De Él depende el cómo y el cuándo. Lo nuestro es no dificultarle la tarea, algo que, en los tiempos que vivimos, ciertamente, es justo lo contrario. E intentar facilitársela. Y la oración.

Debemos mimar las posibles futuras vocaciones, pero conscientes y seguros en la esperanza de que es Dios quien tiene el timón y no va a dejar zozobrar su barca...

Lo que me preocupa además, y con esto acabo, es que las dos noticias “religiosas” que les he comentado, con sus destacados y titulares quizá no demasiado afortunados, las he leído en fuentes “amigas”, en portales y agencias católicas que, quizá, podrían haber mostrado algo más de sensibilidad y matices.

Claro que a todos nos pasa, a veces. De buenas intenciones están los cementerios llenos. Espero que éste no sea el caso aquí y ahora. Disculpen si les molesto.

PD - Bueno... Usted no hace falta que me disculpe, don Gaspar. ¡Mira que tener nombre de rey mago! Hay estudios científicos que dicen que el nombre condiciona la personalidad. ¡Y yo que a usted no le veo la influencia, ...!

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